martes, 10 de enero de 2012

El estilo de la Dama de Hierro

'The Iron Lady', la esperada película sobre la vida de la Primera Ministra Británica, coloca nuevamente a Margaret Thatcher en el centro del escenario mediático. Una mujer que no sólo revolucionó la manera de hacer política de la época sino que además marcó un estilo en los años 80.

De origen humilde, Margaret Thatcher se forjó una de las carreras políticas más destacables de los últimos tiempos. Comenzó su carrera política como presidenta de la Asociación Conservadora de la Universidad de Oxford en 1946, consiguió un escaño en la Cámara de los Comunes en 1959, fue elegida Ministra de Educación y Ciencia en 1970, se convirtió en líder del Partido Conservador en 1975 derrotando al sucesor preferido Heath William Whitelaw y finalmente en 1979 Margaret Thatcher se convirtió en la primera mujer del Reino Unido en ser Primera Ministra.

A pesar del legado que dejó Margaret Thatcher en la política, hoy nos centraremos en su estilo, en esos toques made in Thatcher que aún hoy son fácilmente identificables con la Gran Dama.

Al inicio de su carrera política, Margaret Thatcher destacó por el uso de grandes sombreros que, aconsejada por dos de sus asesores, irán desapareciendo poco a poco de su vesturario, otorgándole así más importancia al peinado y al rostro.  


Desde entonces su look favorito en muchos de los actos oficiales serán los trajes chaqueta de tres piezas junto con camisas de seda de grandes lazadas (o en su defecto, un pañuelo al cuello) y su inseparable Asprey de color negro, colgado en el brazo.



Tomó el azul como el color emblema de su armario para diferenciarse así del negro clásico de los hombres pero sin ser nunca demasiado llamativo para distraer la atención de su discurso. Si echamos la vista atrás y observamos con detenimiento todo su vestuario, comprobaremos que sólo en contadas ocasiones, los trajes que la Primera Dama vistió, fueron de colores distintos al azul, algunas veces rojo, turquesa o negro.




  
Dos de los complementos fetiche de Margaret Thatcher fueron los pendientes de clip en forma de perla y los broches brillantes que lucía prácticamente siempre en sus apariciones públicas, colocados en la solapa de sus trajes.

En ocasiones más informales, Margaret Thatcher optaba por trajes y vestidos con estampados liberty, pata de gallo, vichy o pasley.



Otro de los rasgos de identidad de la Gran Dama fueron los grandes anillos, el inseparable collar de perlas (regalo de su marido al nacer sus hijos), un reloj de oro y la pulsera de perlas que podemos apreciar en la foto. A pesar de que sus asesores de imagen intentaron que Margaret Thatcher abandonara las perlas en todas sus formas, ella siempre se negó rotundamente. Quizá logran convencerme de que abandone el sombrero… Pero las perlas... ¡son absolutamente no negociables!

En cuanto al calzado, observamos una predilección por los zapatos cómodos y sencillos, optando por un tacón medio y ancho. 
En muchas ocasiones se la pudo ver luciendo unos zapatos bicolor en blanco y negro, como podemos observar en esta foto junto a Reagan.


Como última seña de identidad de Margaret Thatcher encontramos su predilección por la melena corta en tonos rubios oscuros y pelirrojos y siempre con mucho volumen, dándole más fuerza a su look sin dejar de lado, esa feminidad que la caracterizaba.




Margaret Thatcher es un mujer preocupada por su apariencia y con una clara filosofía en cuanto a su estilo y aspecto: "Tienes que vigilar el color de tus zapatos, el color de tu sombrero y que no llevas carreras en las medias. Y una regla que siempre cumplo, en una gran ocasión, donde se espera algo especial de ti, nunca, nunca llevar algo nuevo. Lleva algo que ya sabes que te hace sentirte cómoda."

A pesar de la simpatía que podamos tener hacia la Dama de Hierro, debemos reconocer que supo crear un estilo propio que a pesar de no caracterizarse por extremados vestidos o llamativos estampados, ha perdurado en el tiempo dejando un legado claramente identificable incluso hasta nuestros días.

Una vez más vemos que política, moda y estilo no tienen por qué estar reñidos.

L*

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